Estudio Jueves 25 de Junio 2015

¡Y ahora me juzgan por mi esperanza en la promesa que Dios les hizo a nuestros padres!
Todos rodamos por tierra. Y entonces oí una voz que me hablaba en arameo, y me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar de coces contra el aguijón.” Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?” Y el Señor me dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ponte de pie, que me he aparecido a ti porque tú vas a ser ministro y testigo de lo que has visto, y de lo que aún te voy a mostrar. Yo te libraré de tu pueblo y de los no judíos, y quiero que vayas a ellos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás al poder de Dios; para que por la fe en mí, reciban el perdón de sus pecados y la herencia de los que han sido santificados.” »Por eso, rey Agripa, no desobedecí esa visión celestial, sino que comenzando por los que viven en Damasco y en Jerusalén, y siguiendo por los que viven en Judea, sin pasar por alto a los no judíos, les anuncié que debían arrepentirse y volverse a Dios, y demostrar con sus hechos que realmente se habían arrepentido.

Tú, rey Agripa, ¿crees en lo que dicen los profetas? ¡Yo sé que sí lo crees!» Agripa le respondió: «¿Con tan poco pretendes hacerme cristiano?» (‭Hechos‬ ‭26‬:‭6, 14-20, 27-28‬ RVC)

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