Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. (Santiago 1:13, 14 RVC)
Que bonito verso, ahí nos aclara que Dios nunca tienta a nadie 🙂