Estudio Miércoles 20 de Enero del 2016

Gracias Dios por éste grupo tan unido que se ha formado el miércoles, gracias por la hermandad y la unidad de la que hemos estado gozando.  También te damos gracias por como se ha extendido esta unidad en los grupos del jueves y viernes, gracias por librarnos del mal, de diviciones, burlas, de chismes y todo lo que trae división en Tu iglesia. ¡Tu eres bueno! y Gracias chicas por sus confesiones, testimonios y por animarnos las unas a las otra, sabemos que la lucha es pesada pero si nos mantenemos firmes hasta el fin recibiremos un gran galardón, así que sigamos adelante 🙂

Hoy estudiamos el tema del domingo: “Él que nos sana” la idea grande fue: “Jesús nos sana de verdad” Casi siempre que estamos enfermos, padeciendo desde un gripe hasta cancer, venimos a Dios implorando sanidad, es más hasta involucramos a toda una comunidad para que oren por nosotras, para que seamos sanados, y si es la voluntad de Dios recibimos sanación. Algo muy bonito que sucede en esta comunidad es que no exigimos a Dios que nos sane, si no que pedimos que se haga su voluntad y otro cosa que es mejor aún, es que no solo pedimos sanación física sino que pedimos la sanación por la cual Jesús vino a ésta tierra y es la de Sanar nuestra alma, que es la sanación verdadera y la que nos hara estar sanos eternamente.

Estos cuerpos en los cuales vivimos, irremediablemente van a estar llenos de enfermedades, en estos cuerpos sentimos dolor, nos producen sentimientos que no deberiamos de tener y al final querramos o no van a ser destruidos o por fuego o por gusanos o algo más. Pero la Sanación que Jesús ofrece nos da la esperanza que si la aceptamos y  nos mantenemos firmes tendremos una eternidad, sin llanto, lagrimas, dolor y sin cualquier sentimiento feo que podamos sentir, es una sanación que nos hará libres. no seremos más esclavos del pecado. Y con ese próposito dió Jesús su vida por nosotros para que al aceptarlo tengamos sanidad eterna.

 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1 Pedro 2:24

¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.  Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. Isaias 53

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.  Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;  y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2Corintios 5

Señor te damos gracias de nuevo por habernos reunido y haber escuchado Tu palabra, te pedimos que nos ayudes a aceptar esa sanación eterna que Tu nos ofreces, que hagamos grande la cruz en nuestra vida y te ayudemos a llevar Tu palabra a cada persona que Tu pones en nuestros caminos, te lo pedimos en nombre de Jesucristo nuestro Señor, amén.

Que sigan disfrutando su semana, se les quiere mucho.

Jackie C.

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